lunes, 28 de octubre de 2013

LOS NIÑOS DE ILLFURT

                                 


En 1864 una familia comenzó a tener lo que se pensó que eran manifestaciones demoníacas. Hoy hubiera sido puesto en duda por científicos y seguido con interés por la iglesia pero en aquella época, que tuvo una duración de cinco largos años, la vida era distinta. Tal era el ambiente que en 1867 se autorizó que se realizara un contundente exorcismo con las consiguientes complicaciones. A los críos "poseídos" se les llamó los endemoniados de Illfurt (Alsacia)
 Los dos crios protagonistas de esta historia eran hijos de los Burner, que tenían otros tres hijos. Los supuetos poseídos se llamaban Teobaldo y José, y apenas tenían 9 y 8 años respectivamente en 1864. 
Teobaldo dijo ver al menos treinta veces a un espíritu al que consideraba su maestro, pero no era un ser físicamente humano, sino una imagen con patas de gato, pezuñas de caballo, pico de pato y cuerpo de plumas. Al parecer el fantasma sobrevolaba al chiquillo amenazándole con estrangularle, y el niño, tratando de defenderse, le lanzaba y luchaba contra él ante los ojos atónitos de los espectadores que sólo le veían a él. Lo que hizo creer a los demás que la visión era real aunque ellos no pudieran verla, es que el chiquillo capturaba plumas del cuerpo de su visitante que luego los espectadores veían, tocaban, olían (echaban una peste fétida) e incluso trataban de quemar sin éxito. 
Las similitudes con otros exorcismos al menos calificados como tal fueron las siguientes: una voz hablaba desde ellos sin necesidad de que movieran su pequeña boca, una voz adulta, masculina, que soltaba improperios contra lo más sagrado (respetando únicamente a la Virgen), y se reía del efecto que sus poderes hacían sobre el personal, como inundar la habitación de un calor sofocante que era insoportable incluso en el más crudo invierno.
También producía en los cuerpecitos de los niños bultos terribles, con movimientos horrorosos haciendo de sus estómagos una visión traumática. Cuentan que se hinchaban hasta el límite y vomitaban espuma, musgo y plumas, cubriendo la habitación del olor fétido de las plumas sucias.
A veces unía las piernas de los chiquillos como si tuvieran cemento y nadie tenía la fuerza suficiente como para separarlas.
Tenían una rapidez nunca vista, y eran capaces de girarse en cuestión de segundos como si estuvieran accionados por un motor a propulsión, de forma que sus giros asustaban y sorprendían a la gente, y también demostraban momentos de rabia y enfado golpeando a destajo todo lo que había ante ellos, sin notar cansancio aunque se pasaran horas haciéndolo.
Los chiquillos hablaban y entendían todo tipo de lenguas, latín, inglés, francés, dialectos españoles... Además mostraban conocimiento de lo que pensaban los demás o descubrían dónde había objetos ocultos, o incluso se permitían el lujo de avisar de la muerte de alguien del pueblo con el consiguiente estupor de los familiares. También les hacían partícipes de acontecimientos pasados que todos desconocían. Para enojar a los espectadores solían descubrir sus más oscuros secretos poniéndolos en evidencia.
Los cuerpos poseídos reaccionaban ante el agua bendita con furor, y cuando la monja que les alimentaba dejaba caer un agota de agua bendita en sus platos desde otra habitación para no ser vista, los niños miraban el plato y se negaban a comer.
Además sus cuerpos, yacidos o sentados, se elevaban por manos invisibles.

domingo, 20 de octubre de 2013

EL PERRO DE SATANÁS

                               



EN UNA FÁBRICA DE MAR DE PLATA (ARGENTINA) SE SUCEDEN EXTRAÑOS SUCESOS QUE TIENEN EN VILO A LOS EMPLEADOS.

Se dice que hay una fábrica en un barrio precario en la ciudad de Mar de Plata, en Argentina, en la cual suceden muchos hechos extraños.
Detrás de la fábrica hay un descampado y muchas veces por la noche se suelen ver duendes o nenes que corren y desaparecen, y lo más tenebroso de todo viene ahora...
Esta fábrica reporta un desaparecido por año, especialmente entre los serenos que la vigilan. Por la noche, cuando el sereno cuida la fábrica, suele escuchar silbidos y hasta respiraciones cerca.
Una vez corrió el rumor de que uno de los empleados por la noche mientras vigilaba el lugar al sentir un gruñido se asomó por la ventana y vio un perro gigante, así como un caballo, y que no se va a olvidar nunca de los ojos rojos de este.
Dicen que el dueño hizo un pacto con el diablo y desde ahí nunca más le robaron, pero a cambio él debe entregar un alma por año, o sea la de un empleado.
Este perro es supuestamente una bestia enviada por el mismo Satanás para evitar los siniestros, dado que es un barrio extremadamente peligroso.

CITAS