UN JOVEN CONTEMPLA ATERRADO LOS EXTRAÑOS FENÓMENOS
SUCEDIDOS DURANTE SU VISITA A UN PUEBLO DE ZAMORA CON MOTIVO DE UN ENTIERRO
FAMILIAR.
Todo comenzó en el invierno de 1.993. Yo
tenía 24 años y era una persona normal, joven y alegre. Había viajado solo al
pueblo de mis padres en Zamora para asistir al entierro de una tía de mi padre que había fallecido a los 84 años de edad.
Llegué cuando todo había terminado. Pedí disculpas a mi abuelo por no poder haber llegado antes, pero es que todo había sido tan precipitado. Las campanas tocaron a muerte, y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Comenzaba a anochecer y el frío se
notaba cada vez más; además había empezado a nevar. El pueblo parecía ser un
pueblo fantasma.
Me dirigía a casa de mi abuelo que está alejada de las demás casas, y entonces
lo escuché nitidamente.
Era un aullido, un tremendo aullido de
lobo. Sentí un aliento fétido a mis espaldas; me di la vuelta y entonces lo vi;
era un tremendo lobo negro. Sus ojos tenían un brillo asesino y sus fauces
abiertas buscaron mi cuello.
En un instante se abalanzó sobre mi y me
tiró al suelo. No podía zafarme, tenía mucha más fuerza que yo. Sentí el primer
mordisco y después escuché un disparo.
Cuando desperté me encontraba en casa de
mi abuelo. El había sido el autor del disparo. Pregunté por el lobo; y mi
abuelo me lo enseñó. Allí estaba, muerto. Era un ejemplar tremendo, quizás su
peso llegara a los 70 kilos.
Me toqué el cuello; me dolía la herida
que me había producido la terrible alimaña.
Mi abuelo me trajo la cena y al poco
rato me fui a la cama y me quedé profundamente dormido. Soñé con el tremendo
lobo, me miraba, sus ojos eran claros y me sentí relajado.
Me desperté no se a que hora de la
madrugada. Me seguía doliendo la herida del cuello. Me acerque a un espejo para
mirarme y entonces mi sangre se heló en las venas.
Me toqué las orejas y me dí cuenta que
eran puntiagudas; mis ojos ya no eran azules, sino marrones y oblicuos, mi
nariz era un largo y tremendo hocico, y mis manos....
¡Dios, mis manos no eran manos, se
habían convertido en unas horribles garras, garras de lobo... Y mi cuerpo
estaba lleno de un pelo duro y negro...
¡Me había convertido en pocas horas en
un hombre-lobo... Era una locura; una tremenda locura, pero así era; y ahora
sentía unas ganas tremendas de comer ¡carne fresca!.
Escuché un ruido en la otra habitación;
era mi abuelo que estaba roncando, me acerqué a su cama, lo agarré por la
cabeza y le mordí en el cuello; la sangre empezó a salir a borbotones y yo
comía su carne con tremendo apetito.
Después de esto, me acerqué a la ventana
y miré la luna ¡Estaba llena y me miraba! Un aullido lastimero salió de mi
garganta.
Era la primera muerte de las muchas que
tendría que llevar a cabo al haberme convertido en un monstruo sediento de
sangre y carne humana.
Me desperté con un dolor de cabeza increíble y un sabor agridulce en la boca. Me toqué con los dedos la comisura
de los labios y noté que tenía algo que parecía reseco; entonces me dí cuenta
de lo que era. ¡Sangre!...
Miré a mi alrededor y vi que estaba
totalmente desnudo al lado de mi pijama que estaba tirado en el suelo y
totalmente destrozado.
¿Qué extraños sucesos habían ocurrido la
noche anterior?...
Han pasado ya dos meses desde aquellos
terribles acontecimientos y cada plenilunio se repite el mismo ritual. ¡Debo
salir a buscar carne humana. He leído bastante en este tiempo sobre la
licantropia, esa tremenda enfermedad que me ha convertido en una bestia
asesina; en todos los libros dice lo mismo:
"Al hombre-lobo debe matarlo
alguien que lo ame y sienta mucho cariño por él; y debe hacerlo disparandole al
corazón una bala de plata o en su defecto un cuchillo plateado"...
Dire también que en este tiempo he conocido a una muchacha; yo siento verdadera pasión por ella y me parece que ella también siente lo mismo por mi.
Dire también que en este tiempo he conocido a una muchacha; yo siento verdadera pasión por ella y me parece que ella también siente lo mismo por mi.
¡Dios mio!, cada vez que hay luna llena debo buscar
cualquier pretexto para no verla todo ese tiempo.
Es una locura, pero debo decírselo debo
contarle en lo que me he convertido...
Ella lo comprenderá; será esta noche.
Tengo preparado ya el puñal...
Esta carta se encontró al lado del cadáver de un joven con un puñal de plata clavado en el corazón.
Junto a él una joven que confesó haber
sido la persona que lo había matado. El motivo....
"Dijo que aquella noche él se había
convertido en un hombre-lobo"