El Salmón de la Sabiduría o Salmón del Conocimiento es una criatura que encontramos en la mitología irlandesa. De acuerdo a la narración, se trataba de un salmón ordinario que comió las nueve avellanas que cayeron en la "Fuente de la Sabiduría" desde nueve avellanos que la rodeaban. De la fuente de la sabiduría manaban aguas que originaban cinco ríos. Al comer las avellanas, el salmón obtuvo todo el conocimiento del mundo. Además, la primera persona que comiese de su carne ganaría, a su vez, el conocimiento total.
Una historia popular cuenta que un poeta llamado Finnegas se pasó siete años intentando pescar el salmón. Cuando finalmente lo capturó ordenó a su aprendiz, Fionn, que se lo preparara. Mientras lo hacía, Fionn se quemó el dedo pulgar con la grasa caliente que saltaba del salmón, y para calmar el dolor se introdujo el dedo en la boca. Cuando le llevó la comida a Finnegas, esté descubrió en la mirada del chico un brillo que que no había visto antes. Cuando Finegas le pregunta, Fionn niega haber comido del pescado, pero, bajo presión, admite haber probado su grasa por accidente. Fue esta increíble sabiduría y conocimiento obtenido del Salmón de la Sabiduría lo que permitió a Fionn convertirse en el jefe de los "Fianna" (eran pequeñas bandas de guerreros que vivían apartados de la sociedad en los bosques como mercenarios).
LEYENDA
Cuenta la leyenda que, antes de la llegada del pueblo de Dana a Irlanda, los antiguos duendes del bosque escondieron toda la sabiduría de su mundo en siete avellanos. Y, por esas misteriosas vueltas del destino, una de sus avellanas llegó hasta el mar. Y allí se la comió un salmón, que así logró convertirse en el ser más sabio de la Tierra.Cuando los habitantes de Erín se enteraron de la existencia del extraordinario pez, salieron en su busca. El que comiera su carne tendría la suma del conocimiento pasado, presente y futuro. Pero el pez no tenía ni una escama de tonto y se las arregló para eludir redes, anzuelos y flechas por mucho tiempo.
Durante siete años, el poeta druida Finnegas había perseguido al mágico animal sin lograr capturarlo. Conocedor de las antiguas profecías, sabía que un hombre llamado Finn lo atraparía. Y el poeta estaba seguro de que ese hombre era él.
Pero aquí entra en la leyenda un joven príncipe, Demma MacCumhal, a quien sus amigos conocían con el apodo de Finn.
Viajando en busca de aventuras y experiencia, Demma llegó hasta el apartado lugar del bosque donde tenía su vivienda el druida. De inmediato, la inteligente vivacidad del joven agradó al anciano, que lo aceptó como discípulo.
Durante las frías noches de invierno, el muchacho aprendió cantares y poemas, historias y conjuros mientras preparaba la comida de su maestro. Hasta que un día, sin conocer el apodo de su alumno, Finnegas le encomendó la tarea de pescar al famoso salmón. El ya estaba demasiado viejo como para perseguirlo.
Durante siete años, el poeta druida Finnegas había perseguido al mágico animal sin lograr capturarlo. Conocedor de las antiguas profecías, sabía que un hombre llamado Finn lo atraparía. Y el poeta estaba seguro de que ese hombre era él.
Pero aquí entra en la leyenda un joven príncipe, Demma MacCumhal, a quien sus amigos conocían con el apodo de Finn.
Viajando en busca de aventuras y experiencia, Demma llegó hasta el apartado lugar del bosque donde tenía su vivienda el druida. De inmediato, la inteligente vivacidad del joven agradó al anciano, que lo aceptó como discípulo.
Durante las frías noches de invierno, el muchacho aprendió cantares y poemas, historias y conjuros mientras preparaba la comida de su maestro. Hasta que un día, sin conocer el apodo de su alumno, Finnegas le encomendó la tarea de pescar al famoso salmón. El ya estaba demasiado viejo como para perseguirlo.
La facilidad, a veces, es uno de los disfraces del destino y muy pronto Demma volvió a la cabaña con el pez. Entonces, Finnegas le pidió que lo cocinara, no sin antes hacerle jurar que no comería ni una esquirla de su carne.
Fiel a las indicaciones de su maestro, el muchacho preparó un fuego y puso a asar al animal. Pero, de pronto, una gota de grasa cayó sobre las brasas y saltó al dedo del príncipe, provocándole una quemadura. Sin pensarlo, éste se llevó el dedo a la boca y chupó la herida. Instantáneamente, las puertas del conocimiento se abrieron en su mente.
Cuando regresó con el salmón asado, el druida supo, por el brillo de sus ojos, lo que había sucedido y lo increpó amargamente. Demma se desesperó porque amaba al anciano y no soportaba la idea de haberlo traicionado. Y fue allí que le contó acerca del apodo que le daban sus amigos. El era Finn. Como Finnegas era lo suficientemente sabio para aceptar el destino, impulsó al joven a que comiera todo el pescado, para cumplir la profecía.
Años después, Finn MacCumhal se convirtió en el capitán de los Fianna, una orden de caballería parecida a la de la Tabla Redonda, que fue la más poderosa de su tiempo, y se ocupaba de guardar las costas de Irlanda. Y cuenta la leyenda que, cada vez que se encontraba en alguna situación complicada que requería una sabia solución, se chupaba el dedo justo en el lugar de la quemadura y encontraba la respuesta.
Fiel a las indicaciones de su maestro, el muchacho preparó un fuego y puso a asar al animal. Pero, de pronto, una gota de grasa cayó sobre las brasas y saltó al dedo del príncipe, provocándole una quemadura. Sin pensarlo, éste se llevó el dedo a la boca y chupó la herida. Instantáneamente, las puertas del conocimiento se abrieron en su mente.
Cuando regresó con el salmón asado, el druida supo, por el brillo de sus ojos, lo que había sucedido y lo increpó amargamente. Demma se desesperó porque amaba al anciano y no soportaba la idea de haberlo traicionado. Y fue allí que le contó acerca del apodo que le daban sus amigos. El era Finn. Como Finnegas era lo suficientemente sabio para aceptar el destino, impulsó al joven a que comiera todo el pescado, para cumplir la profecía.
Años después, Finn MacCumhal se convirtió en el capitán de los Fianna, una orden de caballería parecida a la de la Tabla Redonda, que fue la más poderosa de su tiempo, y se ocupaba de guardar las costas de Irlanda. Y cuenta la leyenda que, cada vez que se encontraba en alguna situación complicada que requería una sabia solución, se chupaba el dedo justo en el lugar de la quemadura y encontraba la respuesta.
estoy visitando tu blog, te dejo un afectuoso saludo desde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
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