UN GRUPO DE JÓVENES REUNIDOS DE NOCHE RECIBEN LA
VISITA DE UN SIMPÁTICO AMIGO
Y como
siempre, allí estábamos los de siempre, haciendo lo de siempre. Sentados en la
oscuridad, alejados de todo aquel que solo quería imponernos algo. Todos
hablábamos, reíamos, bebíamos y todas esas cosas que haces con los amigos.
Cuando
mejor lo pasábamos, Carol, mi mejor amiga empezó a llorar mientras gritaba que
en el fondo en la oscuridad había alguien que vestía de negro y estaba tan
pálido (o al menos eso vio) que parecía un muerto. Todos comenzamos a reírnos y
le dijimos que dejara de beber. Ella insistió.
Dos de
los chicos que estaban con nosotras se ofrecieron a acompañarla hasta el sitio
para que se convenciera de que allí no había nada ni nadie. Al final fuimos
todos. Llegamos, miramos por todas partes y, como habíamos pensado, no había
nada; mejor dicho, nadie.
A
Carolina se le pasó el susto. Volvimos a crear el ambiente que teníamos, cuando
vi algo: era ese hombre, el de negro. Me entró tal miedo que comencé a gritar.
Los chicos pusieron cara de mosqueo y nos empezaron a decir que la broma había
estado muy bien pero que paráramos, que se estaba haciendo pesada. Nosotras no
dejábamos de decir que aquello no era una broma, que habíamos visto a aquel
hombre o lo que fuese.
Después
de un rato decidimos quedarnos allí un poco mas, pero esta vez cambiamos los
sitios.
Cuando mas a gusto estábamos, uno de los chicos,
Juan, le dijo a otro que mirase al fondo. Este se levanto y dijo gritando
¡¡¡¡CORRED!!!!
No
tuve tiempo a girarme y mirar, pero se lo que vieron. ¡¡¡SI!!! Se que habíamos
bebido, y también se que cuando se bebe se puede llegar a ver cosas que en
realidad no están pasando pero en este caso lo vimos cuatro personas. No
volvimos a aquel sitio nunca mas.
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