sábado, 16 de noviembre de 2013

EL CADEJO

                                         


En las noches, a altas horas, cuando generalmente los hombres van de regreso para sus posadas, depuse de visitar a sus mujeres, un perro grande y fuerte, de color blanco, sigue a aquellos a poca distancia, custodiándolos, hasta dejarlos en sus casas.

Este perrote es el Cadejo, el amigo del hombre trasnochador; quien se siente garantizado cuando se da cuenta que es seguido por dicho animal. Todos los peligros desaparecen: el perro blanco lucha y vence siempre defendiendo al hombre.

Hay otro perro que deambula por las noches. Es grande y negro, con un collar blanco en la propia piel. Este es el Cadejo Malo. Es enemigo del trasnochador.

Apenas encuentra a este en su camino, se le abalanza, lo derriba, lo golpea, y lo deja maltrecho y sin sentido; pero no lo muerde. El tunante así agredido queda como insulso y dundo, tartamudo y se muere pronto. De este dicen que “lo jugó el Cadejo”.

También el Cadejo Bueno procede así con los tunantes si estos no quieren dejarse acompañar por aquel y le gritan y lo corren y le tiran piedras. Si yendo el Cadejo Blanco acompañando a un hombre, encuentra al Negro, se traba ente ambos cadejos una sangrienta y encarnizada lucha, hasta que cae vencido el Negro.

Los ojos de los Cadejos brillan muchísimo. “Parecen candelas” según el decir de los indios de Monimbó. El Cadejo no se cansa de caminar. Camina toda la noche hasta el amanecer en que desaparece.


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