sábado, 3 de agosto de 2013

La Leyenda del Cordero

                         



En un pueblecito de Extremadura España, hace ya varios años, había un buen hombre conocido como Bernardo, el cual se dedicaba al pastoreo por aquella zona y tenia un pequeño rebaño en el bosque.
Todos los días tenia que ir a recogerlo y como un día cualquiera, metió a todos los animales en un corral que tenia allí al lado.
Al terminar su labor, el el hombre bajó de nuevo a casa, como todos los días, montado en un burro.
Estaba anocheciendo, y rumbo a casa Bernardo escucho un ruido y se paró. Vio que un cordero estaba en medio del camino y el hombre pensó que se habría extraviado del resto del ganado y que lo podia llevar a casa para protegerlo de los lobos y del frío de la noche, entonces lo cogió y lo monto detrás de el, en su burro, y ambos continuaron su recorrido.
En el camino, con el cordero detrás de el, Bernardo escucho como algo se arrastraba por el suelo. De repente, el hombre miro hacia abajo para ver lo que era, y cual fue su sorpresa al descubrir que aquellas patitas cortas y blancas del cordero se habían convertido en unas enormes zarpas que iban arrastrando por la arena.
Al ver esto Bernardo exclamó:
-Coño, como le han crecido las patas a este bicho!
Cuando una voz grave contestó:
-Y mas me han crecido los dientes!
Al oír esto, su cara se desencajo sintiendo un escalofrió que le recorría su nuca y poco a poco fue girando su cabeza parra ver en que se había convertido la criatura.
Entonces vio algo increíble: la cara del viejo cordero se había transformado  en una cara demoníaca. Sus ojos eran rojos, unos ojos que le miraban fijamente. Sus dientes afilados parecían cuchillas.
fue entonces cuando Bernardo alzó su mano empujando a aquel ser sobrenatural  arrojándolo al camino.
cuando llego a casa, tenia el rostro pálido y aterrorizado. No hablo durante varios días, hasta que una tarde se decidió a contar lo que le había sucedido, pero las personas del pueblo no lo creyeron, incluso algunas lo tomaron por loco.
Desde aquella noche Bernardo no volvió a ser el mismo, y dos meses después, el pobre hombre se suicido tirándose por un acantilado. Y no solo eso, porque su única hija, años mas tardes, se suicidó arrojándose por el mismo acantilado, tal como hizo su padre.
Nunca conoceremos lo que ocurrió a Bernardo allí arriba, pero hay gente que asegura que lo que vio aquella noche era el mismísimo Diablo.







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